Volando en los 80

Desde el período entre las dos guerras mundiales hasta más o menos los ańos 80, la mayor parte de los países del mundo tenía una aerolínea ‘de bandera’, es decir, que era de propiedad estatal y que representaba a ese país en el mundo. Los mismos aeropuertos internacionales, ciertamente portales de ingreso a cada país, también servían como escaparate de la importancia de cada país, dependiendo de qué aerolíneas atrajeran y con qué aviones.

La cosa cambió a medida que nuevas leyes abrieron los cielos a otros competidores y los estados privatizaron las aerolíneas que poseían para deshacerse del engorro que significaba su gestión.

En comparación con los ańos 80, muchas cosas han cambiado. Hay muchas más alternativas para viajar en avión y los costos han descendido, lo cual es bueno para los usuarios comunes y corrientes, pero también es cierto que con la masificación del transporte aéreo se ha perdido en buena parte esa aureola de glamour que el viajar en avión tenía hasta mediados los ańos 80, y que fue la razón de existir del término ‘Jet Set’.

En fin. El tema de la aeronáutica me apasiona, y voy a aprovechar este foro tan ochentero para recodar cómo eran la aviación civil en los 80, si te parece bien, querido lector.

Ya por aquel entonces, el aeropuerto principal de Chile era el… a ver que tome vuelo… el Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, o Pudahuel, que se abrió al tráfico en 1967 y reemplazó a Cerrillos, hoy polémicamente cerrado. Aunque el en aquella época, nuestro querido Pudahuel no se parecěa mucho a lo que tenemos hoy en día: la terminal era un edificio cuadradote que estaba situado donde hoy está la terminal de carga y no había mangas para abordar los aviones. Si eras un pasajero que tenía que usar este aeropuerto, había que subirse a unos buses azul marino que te llevaban de la terminal al avión… y cuando te montabas en los 727, la entrada era por la puerta de la cola, entre las toberas de los tres motores, en medio de un escándalo ensorcedor.

Comparado con la terminal de hoy en día, el aeropuerto de Santiago era anodino, pequeńo y feo, un edificio funcional y fome con las clásicas soluciones de diseńo de los ańos 60, pero tenía la gran ventaja de tener una terraza abierta al público, esa en donde podías ver llegar los aviones y saludar a los viajeros. Era espectacular, sobre todo cuando eras un cabro chico, ver llegar los enormes 747 y DC-10, después de cruzar océanos y continentes, mientras se desplazaban majestuosamente hasta pararse en la losa, a unos 100 metros de la terminal, y después de que el escándalo de los motores se apagaba podías ver cómo los viajeros, diminutos al lado de esos gigantes benignos, se bajaban y saludaban.

Recuerdo haber estado en esa terraza al menos dos veces, y lamento mucho que, en estos tiempos de eficacia y rapidez, la nueva terminal del aeropuerto no tenga algo similar. Hoy en día, una imagen tan emblemática como la del Papa besando tierra chilena tras bajarse del 747 de Alitalia que nos lo trajo en el 87, sería imposible si el Papa usara la terminal como un pasajero más. Las mangas de desembarco son más útiles, cómodas y acondicionadas, sin duda, pero la experiencia es más insípida y no tan… romántica, si se me permite la expresión.

Yo además tuve la suerte de volar desde y hacia aquel antiguo Pudahuel. Una vez por ańo, más o menos por estas fechas, mi familia hacía las maletas y cambiábamos frío, lluvia y abrigos por calor sofocante, sol intenso y trajes de bańo en la Espańa en la que nací.

Siempre volamos en los Boeing 747-256 de Iberia, que hacían una escala de una hora en Buenos Aires, antes de cruzar el Atlántico y pasar de un hemisferio a otro en un viaje que a veces se alargaba a más de 24 horas de puerta a puerta (ĄEse maldito overbooking!), para aterrizar con los horarios cambiados, el cuerpo extrańado por el calor sofocante y un cansancio que hacía que no tardara ni 20 segundos en dormirme cuando, tras haberme metido doce mil kilómetros en el cuerpo, llegaba a mi cama en la casa de mis padres en Cádiz.

Curiosamente la vuelta no me parecía tan cansadora, aunque he de reconocer que a veces el sobrevuelo sobre la monótona pampa argentina se alargaba eeeteeernameeente, y hacía que saltara de felicidad cuando la cordillera al fin aparecía, detrás de la cual se escondían mis amigos, mis juguetes y… mi uniforme escolar. ĄDe vuelta a la rutina!

Pero me estoy desviando. Obviamente, el esquema de pintura que más se veía en el aeropuerto Pudahuel era (y sigue siendo) el de Lan Chile. Que, por cierto, creo yo que era mucho más elegante y distinguido en esa época que el actual. Claro que por aquel entonces, LAN significaba Línea Aérea Nacional, mientras que hoy en día las siglas esconden un extrańo’Latin American Network’, y la aerolínea, como dije antes, ya no pertenece al estado chileno. Por cierto, el esquema de LAN de los ańos 80 fue presentado al público precisamente en 1980, así que cabe perfectamente en este sitio tan ochentero.

El papel de LAN en aquella época era, el de aerolínea de bandera de Chile y por tanto, su esquema de colores tenía que ser reconocible en el mundo, por eso llevaba los colores patrios. Y además, no sé si se han fijado, pero la insignia de LAN en aquella época era casi idéntica a la de la FACh. La única diferencia es que la insignia de la FACh está inscrita en un escudo (símbolo de ‘defensa’) mientras que el de LAN está representada en un más neutral círculo. La moraleja es clara: la FACh era la sección militar de los cielos del estado de Chile y LAN, la sección civil.

LAN tenía en aquellos días una flota compuesta de Boeing 737-200s para vuelos nacionales (que aún siguen volando, aunque su reemplazo, el Airbus 318, hizo su primer vuelo comercial el 4 de junio pasado), los populares 727-200s para vuelos de alcance medio y algún 707 dedicado a la carga. La corona de la flota, el avión más grande y de mayor alcance, era el McDonnell-Douglas DC-10-30 en la primera mitad de la década, que después sería paulatinamente reemplazado por el 767-200.

Al ser el DC-10 el mayor avión de LAN, era el objetivo favorito de las promociones y comerciales de aquel entonces. Por ejemplo, había un slogan que decía, “LAN Chile lo lleva por el mundo en los fabulosos Jumbo”. Y en el comercial de TV aparecía un DC-10 mostrando sus colores brillantes sobre la cordillera. Algunos se quejarán, y dirán que los ‘jumbos’ son sólo los 747, pero hay que tener en cuenta que Jumbo Jet es el sobrenombre que se le da en inglés a cualquier avión de cabina ancha, por lo que el DC-10 esntra en esa categoría.

Después de 1986, si no me equivoco, los venerables DC-10 fueron paulatinamente reemplazados por los 767-200, que además trajeron una nueva serie de comerciales, en donde se destacaba lo moderno de estos aviones (Ąlos aviones más avanzados del mundo!, decía la propaganda que acompańaba, precisamente, a Mundo ’86) y que estaban caracterizados por un coro femenino que entonaba un musical ‘Lan Chiiileeeee…’

Los 767-200ER siguen volando en la flota de LAN, y seguirán haciendolo durante un tiempo más, ya que acaban de asegurar una compra de unas pocas unidades más, pero la llegada de los enormes Airbus A340-300 los han desplazado de su antigua posición de aviones insignia de la aerolínea. Aviones que a su vez serán reemplazados en unos siete ańos más por los modernísimos 787s, cuya compra por parte de LAN acaba de ser anunciada hace unas semanas.

Algunos lamentan que LAN no poseyera ningún 747, que es visto por muchos como el rey de los cielos. La compańía no consideró necesario el poseer un gigante capaz de llevar a más de 400 pasajeros para las rutas que opera… A pesar de ello, durante un par de ańos se vió a uno de esos colosos con los colores de LAN: entre 1988 y 1990, LAN arrendó a la irlandesa Aer Lingus un 747-100 para sus vuelos a Miami y Los Angeles. Y, claro está, voló con los colores de LAN.

Pero no sólo teníamos a LAN Chile. En la categoría de aerolínea internacional teníamos, además, a Ladeco, la Línea Aérea DEl CObre, que fue creada en 1958 y fue independiente hasta que LAN se la tragó en 1994.

En los ańos 80, el esquema de pintura de LADECO era el típico que las aerolíneas empleaban en aquella época, con un ‘cheatline’ (o sea, una franja de color) que recorría el fuselaje a la altura de las ventanillas sobre un fondo blanco, junto con el nombre de la aerolínea y el logo de la empresa. En el caso de Ladeco, el cheatline subía a la altura de la cola, formando una especie de palo de hockey cuprífero. Por alguna razón, el esquema de colores, la tipografía del nombre y el mismo logo que LADECO en los ańos 80 me resulta sorprendentemente similar al de Eastern Air Lines, aerolínea que también recaló a Chile en aquellos ańos, después de comprar las rutas entre la USA y nuestro país a la agonizante Braniff.