Mis primeras experiencias con… los videojuegos
Se dice que la primera vez nunca se olvida. Eso es bastante cierto, amigo lector, porque aún tengo fresco en mi memoria el recuerdo de mis primeras experiencias con… los videojuegos, que ahora están presentes hasta en la micro gracias a los teléfoinos móviles y PDAs, pero que no irrumpieron en la vida de la gente normal, como tú o como yo, hasta los años 70.
Vayamos a 1977. Mi familia, que por aquel entonces aún vivía en España, me llevó de visita a Toledo, que para mí y mis cinco añitos de vida no era más que un montón de casas viejas con puertas muy grandes y muchas calles empedradas. Pero cuando entramos en una cafetería, me llamó la atención algo que se parecía a un televisor blanco y negro metido en una caja casi vertical de madera con un volante en la parte de abajo, en cuya pantalla se veían dos autos blancos que se perseguían el uno al otro en un circuito de puntitos. Por más que le rogué a mis padres que me dieran una moneda para echarla a la máquina y manejar uno de esos autos, no me dieron nada, así que me pasé todo el rato que estuvimos en esa cafetería hipnotizado, mirando cómo los autos se perseguían el uno al otro en esa pantalla mientras el circuito cambiaba cada treinta segundos o algo así. Lamentablemente, dado que sólo estuvimos como un cuarto de hora en esa cafetería, no pude recordar más detalles de aquel juego, que nunca más volví a ver. De todos modos, ese fue el primer videojuego que vi con mis propios ojos.
Ahora, casi 30 años después, y después de buscar en Internet como durante un lustro, he encontrado el nombre de ese antiquísimo juego: se trata del Gran Trak 10, fue creado por Atari (cómo no) en ¡1974! y, como dato curioso, aún no tenía procesador central, todo el juego estaba impreso en circuitos de tamaño natural, lo que hacía que el armatoste pesara unos 200 kilos.
Tuve que esperar hasta Agosto de 1980 para jugar con un videojuego por primera vez. En aquel entonces yo y mi familia estábamos en Buenos Aires, y fuimos a visitar a otra familia que eran o amigos o clientes de mi padre, que tenían también niños de mi edad… y entonces vi un clon del famoso Pong conectado al televisor de aquella familia (No se olviden que por aquella época cada familia tenía UN televisor). Cuando lo ví funcionando, me pareció casi mágico: tomabas el mando, le dabas la vuelta a la rueda que tenía -puesto que no había palanquita- y la barra blanca que aparecía en la pantalla de la TV se movía arriba o abajo. Es más, había un punto -más bien un cuadrado- que se movia alrededor de la pantalla y tenías que darle con esa barrita, si fallabas, entonces la máquina le anotaba un punto a tu oponente. Hoy en día suena casi estúpido, pero estamos hablando de la época en la que los Village People estaban de moda, se acababa de estrenar El Imperio Contraataca y el juego portátil más popular de la época eran los Kalkitos, así que yo y cualquier otro cabro chico nos quedábamos embobados al ver ese tipo de juegos y al oir sus electrónicos pitidos, verdadero heraldo de los videojuegos que vendrían después. Permítanme compartir con ustedes la experiencia con esta versión de Pong en Flash que encontré.
Poco a poco los videojuegos pasaron a ser parte del paisaje y de la experiencia de la gente. Me acuerdo de un aviso que vi cuando ya estaba en Chile, aviso de los primeros cajeros electrónicos que trajo el Banco de Chile, acerca de un tipo que se iba a Viña del Mar (“Oooooh – Viña del maaaar”, cantaba el tipo todo el rato) y sacaba plata de uno de esos cajeros mientras su mujer, no muy enterada de las nuevas tecnologías, le retaba por estar “jugando a los marcianitos”.
El primer juego de recreativa que jugué fue precisamente una variación del famoso “Space Invaders”, el recordado Galaxian, que era realmente innovador para la época, porque usaba -colores- de verdad generados en la propia máquina, en lugar de usas esos celofanes que se ponían en la pantalla para dar “color” a las pantallas. Otra de las cosas que me llamaron la atención fue la melodía que se oía cuando el juego empezaba, todo un logro técnico para la época:
El año era 1981, y el mes, Agosto. Como ven, se me quedó bien grabado en mi memoria.
En Octubre de 1985, me compraron un Atari 800XL con disquetera 1050 y unos pocos juegos que, por supuesto, eran piratas. Esos juegos venían con un diskette de software de demostración que incluía herramientas tan sofisticadas como un editor de gráficos escrito en Basic -y que he estado buscando como loco los últimos tiempos-. Una vez que instalé la computadora y la disquetera y la enchufé al televisor, y aprendí el truquito del botón “Option” para que leyera el disquete, el primer juego que jugué en el Atari 800XL era el “Planetary Defense”, y luego el “River Raid” que era mucho más entretenido. Y ahí empezó una relación de amor entre mi Atari y yo que aún pervive. A pesar de que mi pobre Atari murió ‘aplastado’ por la furia vesánica de mis hermanos chicos en 1992, rescaté su alma en un emulador y aún hoy sigo jugando todos aquellos juegos que en su momento fueron memorables y hoy día siguen entreteniéndome más que los sofisticados juegos actuales, llenos de luces y efectos 3D y sonidos estereofónicos, creados por un ejército de programadores, artistas y especialistas, pero sin la gracia de aquella época en la que todo estaba por ser inventado, no había fórmulas probadas y seguras y los programadores suplían la falta de recursos informáticos con muchísimo ingenio.
Ha pasado mucho tiempo, y he jugado muchísimos otros videojuegos, pero ninguno de ellos logró reproducir aquellas primeras experiencias, tan intensas cuando se es chico.