Las revistas Disney
La compañía Disney™ no me simpatiza desde hace muchos años. A medida que uno crece, el ‘mágico mundo de colores™’ que se preconiza se va desvaneciendo, hasta que llega un momento en el que te das cuenta que detrás de los colores pasteles™ y la alegría sacarinosa™ y políticamente correcta™ se esconde una enorme corporación™ cuyo objetivo, como el de cualquier otra corporación, es el hacer tanta plata™ como sea posible.
De todos modos, no es mi propósito el criticar a Disney™. Para eso hay ya un equipo de gente altamente cualificado en todas partes del mundo. Lo que pretendo escribiendo este artículo es un poco más humilde: el recordar el “Tío Rico”, el “Tribilín”, el “Pato Donald”, el “Mickey”, el “Disneylandia”… En fin, aquellas revistas que la Editorial Pincel publicaba y que estaban presentes en todos los quioscos de los años 80, y que tantos niños y niñas leíamos con devoción en nuestros ratos libres.
Detrás de aquellas historietas, que aún hoy en día son entretenidas de leer, se esconde el trabajo de muchísimos artistas no sólo de los EE.UU. sino también de países europeos e incluso de Brasil, que ayudaron a crear lo que hoy conocemos como ‘universo Disney’.
Muchos de los personajes que hoy recordamos como parte de aquel universo son, precisamente, obra de esos autores. Por ejemplo, Carl Banks, un ilustrador que empezó trabajando en los estudios de animación de Disney en los años 30, creó la ciudad de Patolandia, donde se desarrollaba la mayor parte de las aventuras del Pato Donald y su familia. Además, creó personajes tan carismáticos como el mismísimo Rico McPato, Glad Consuerte, Giro Sintornillos… Incluso los chicos malos salieron de su fértil imaginación, y además, estableció el estilo gráfico en el que se basarían todos los artistas de historietas Disney que vendrían después.
Otro de los grandes artistas de los comienzos de Disney fue Al Taliaferro. Al es anterior a Carl Banks, el padre de Hugo, Paco y Luis, la abuela Pato e incluso se le atribuye la creación de Daisy. A pesar de que Taliaferro se dedicaba a las tiras cómicas de aparición diaria en los diarios, trabajo que empezó en 1932 y continuó hasta su muerte en 1969, sus tiras aparecían con frecuencia en las revistas Disney como ‘fillers’ (es decir, como relleno), tradición que continuó muchos años después de su muerte. Acá les dejo una muestra de su estilo, seguro que lo reconocen.
En Europa, las revistas Disney fueron muy populares desde incluso antes de la segunda guerra mundial, especialmente en Italia, donde el estilo Disney generó escuela. Muchas de las historietas que leímos por estas latitudes son de artistas italianos, como Luciano Bottaro, cuyas historietas son identificables por su estilo fluido, Giorgio Cavazzano, un poquito más cercano al estilo clásico de Disney, y Romano Scarpa, elástico y creativo.
Entre todos esos creadores se encuentra, además, un chileno que produce historietas Disney para Europa. en Su nombre es Víctor Arrigada Rios, y su producción es de alrededor de 200 páginas al año -ayudado por un equipo creativo, Vic-Art Studios-. Hay que mencionar que Vícar es el creador de Mampato, trabajó en Barrabases, creó al Huaso Ramón -tira que aparecía en La Tercera en los años 80-… en fin, una verdadera estrella del cómic mundial que sigue trabajando, hoy en día, de forma callada, desde su estudio en Santiago.
Es una lástima que las historietas en general ya no tengan la misma influencia que tenía en décadas pasadas. Precisamente en los años 80, los nuevos medios de entretenimiento, como los videojuegos, cada vez más populares y sofisticados, y el uso cada vez más difundido de Internet a edades muy tempranas, van erosionando la solidez de los cómics en general, y los de Disney en particular. Esperemos que siga habiendo historietas de Disney por muchos más años, y que no terminen como los estudios de animación tradicionales.
A pesar de que han pasado más de 80 años desde que se publicó la primera tira de Disney en un diario, las historietas Disney siguen cumpliendo su cometido con la humildad que da el trabajo callado pero bien hecho: entretener a los chicocos -y los no tanto- y alimentar su imaginación con un universo lleno de personajes extravagantes y excéntricos, caricaturas extremas de una sociedad en la que es fácil sentirse identificado… diga lo que diga don Ariel Dorfman.