Refrescándose en los años 80

El de las bebidas refrescantes es un mundo que cambia constantemente. Los publicistas inventan nuevos slogans y jingles, se crean o desaparecen nuevas marcas y los logotipos cambian cada poco tiempo, con la esperanza de que el consumidor al final elija esa marca por encima de las demás. Por tanto, son un icono de la cultura popular de primer orden.

Como es lógico, el mundo cambiante de las bebidas hace que a veces uno se detenga y se dé cuenta de cómo han cambiado los hábitos de consumo de una década a otra. ¿Qué te parece si recordamos juntos cómo eran las bebidas a lo largo de los años 80?

Empecemos por el refresco más básico: el agua. Cuando yo era chico no había ni Coca-Cola, ni Fanta ni “Oranj-Crash” en mi casa, sólo agua y algo de vino y cervezas para mi papá y para recibir alguna visita. En ocasiones MUY especiales, como por ejemplo, en mis cumpleaños, se compraba ‘Tang’ y hacíamos jugo para ofrecerle a mis amigos.

Creo que a mediados de 1981 compramos una jarra de vidrio y plástico de dos litros, llena de ‘Tang’ -en polvo, claro-, como parte de una promoción. Aquella jarra estuvo con nosotros durante toooodo el tiempo que estuvimos en Chile hasta que la tiramos en Febrero de 1988, cuando nos deshicimos de lo que no nos llevaríamos con nosotros. Ahora la echo de menos. ¡Las cosas de la nostalgia!

Los primeros años que pasamos en Chile íbamos al Jumbo que había en la Avda. Pte. Kennedy (cuando yo era chico pensba que “pte.” significaba “puente”) y nos volvíamos con toda la compra de la semana metida en el baúl del Renault 18 de mi papá. Nunca faltaban las botellas grandes y pesadas de “Agua Mineral Porvenir”, sobre todo sin gas, muy populares en la época, con su etiqueta de colores blanco y rojo, para el agua sin gas y blanco y azul para el agua gasificada. Cuando era chico, y por insólito que parezca, no me gustaban las bebidas con gas, así que cuando salíamos a comer a un restaurante lo que pedía para beber era siempre un néctar de durazno -casi siempre de la empresa “Néctares Andina”, pero a veces también de “Watts”-. Pero, eso sí, en cuanto terminábamos íbamos mi hermana y yo a pedirle al camarero que nos diera las tapitas que ellos normalmente deshechaban en cuanto abrían las botellas. Y había camareros que nos las daban y otros que no.

Antes que aparecieran botellitas desechables, latas y botellas de plástico, las tapitas de los refrescos eran un tesoro en ciernes para los más pequeños. Las principales marcas solían usarlas para sus promociones, ya sea imprimiendo los premios en su lado interior o bien canjeándolas directamente por premios. De las muchas promociones que lanzó la omnipresente Coca-Cola recuerdo unas cuantas, como aquella en la que venían letras impresas y sólo visibles con un ‘visor especial’ -es decir, un celofán rojo-, en la que había que juntar todas las letras de una palabra como ‘stereo’ o ‘bicicleta’ para canjearlas por ese mismo premio, o bien aquellas botellitas que aparecieron, creo, entre el 82 y el 83, exactamente iguales a las de verdad pero de 5 ó 6 centímetros de altura. Creo que tuvieron tanto éxito que algunos años después volvieron a sacarlas. Otra de las promociones de Coca-cola fueron los Sniks, a los que ya he dedicado un artículo en este blog.

Con todas esas promociones, todos los cabros y cabras de la época esperábamos con anhelo el momento de destapar una bebida para tomar la tapita y retirar el plastiquito de adentro para ver si habíamos ganado algún premio (lo que nunca sucedió en mi caso).

Pero en Chile no todo eran Coca-Cola, Fanta y Sprite. Los jugos en polvo eran mucho más baratos de comprar y preparar -y además no se les va el gas- y siempre fueron populares, gracias al ingenio de publicistas como los que inventaron el ‘jingle’ con el que empezaron a anunciar los refrescos Caricia, lanzados por la empresa Carozzi en 1982:

Si tienes sed — Un litro de sed,
Refresos Caricia, Caricia, Caricia y chao a la sed!

Ese ‘jingle’ apareció en un aviso de la TV y se hizo tan popular que incluso Don Francisco lo cantaba en su eterno show ‘Sábados Gigantes’, por lo que no tardó en popularizarse, y durante los veranos los cabros de la época consumimos cantidades industriales del polvito con sabor a fruta disuelto en agua. Y es que estaba muy rico, aunque el sabor a fruta no fuera más que un elemento químico.

¿Y quién no se acuerda del Pepsi challenge, aquella promoción que fue el canto del cisne de la compañía en Chile? Tal vez en los EE.UU. haya sido un éxito fenomenal, pero por estos lares la promoción no consiguió que al final Pepsi se retirara de Chile por un tiempito…

…dando lugar a que la compañía que la embotellaba acá en Chile decidiera reemplazarla por el que se convirtió en el icono de los años ochenta en Chile: la bebida Free, con su comercial que llegó de improviso, como un cañonazo, en una época en la que la juventud quería romper las cadenas -sobre todo mentales- que la habían mantenido atada durante tanto tiempo, reflejo de una contracultura efervescente que empezaba a florecer en Chile, siguiendo el ejemplo de otras ciudades latinas como Buenos Aires y Madrid… Pero eso merece un artículo aparte. Y la bebida Free merece otro más.