Los personajes más idiotas de los monitos animados – Scrappy-Doo

A partir de los años 70, Hanna-Barbera, los estudios de dibujos animados más famosos de la televisión, los pioneros en introducir, digamos, el montaje en cadena de series animadas, entró en un declive creativo que nosotros, cabros de los 80, tuvimos que tragarnos.

Un ejemplo de ello es la evolución de una de sus series más famosas, Scooby-Doo. La serie fue creada en 1968 y fue durante sus primeros años un gran éxito que atrajo a muchos fans que aún la recuerdan con cariño.

A mí nunca me gustó demasiado la serie. Ni cuando era chico, ni ahora que la edad me ha hecho más cínico y menos inocente. Estoy seguro que la mayor parte de los fantasmas que los personajes y sobre todo Shaggy veían eran alucinaciones inducidas por el abuso de las drogas consumidas con toda seguridad en la parte trasera de la Mystery Machine la camioneta en la que los personajes se desplazaban, que tiene toda la pinta de ser una Volkswagen Kombi, el vehículo hippy por excelencia.

Pero volvamos a nuestra historia. A finales de los años 70, la popularidad de Scooby-Doo decayó a niveles preocupantes, entre otras razones porque la estética psicodélica de la serie estaba ya bastante desfasada. la cadena ABC, que era la que emitía la serie en los EE.UU., amenazó con cancelar la serie y dejar su privilegiado horario -los sábados por la mañana, el horario estelar de los monitos animados en la época- a otra serie.

Algún directivo en los estudios pensó que, en vez de jubilar el gran danés y la pandilla de acompañantes después de una década larga de éxito, la mejor alternativa era rehacer el show desde cero y añadir un nuevo personaje que fuera ‘tierno’, sobre todo para acallar las voces de esos grupos de defensa al menor tan estadounidenses que vigilan la corrección política de los programas destinados a niños en las pantallas-. En fin… Los dibujantes crearon una versión chica y muy cabezona de Scooby Doo, hicieron de su personalidad un negativo exacto de la del famoso gran danés y le dieron el nombre de Scrappy-Doo. Además, viraron el rumbo de la serie; de descifrar misteriosos misterios y desenmascarar malvados malos, la serie pasó a ser una caricatura de sí misma, se primó el protagonismo del trío Scooby-Scrappy-Shaggy y pasó a ser una de las series de dibujos animados peor escritas de los años 80.

Hanna-Barbera hizo de los personajes ‘tiernos’ pero detestables toda una tradición de la era, con antecedentes como Godzuki, el sobrino retrasado mental que tenía el Godzilla de la serie de animación que sólo decía “¡Glubuglubububuk!”, el mono azul ese que salía en “La Liga de los Super-Amigos” que sólo decía “¡Gikkitikkidikdik!”, la patética recreación del “shmoo” que se vio en los Picapiedra, que decía “¡Glabaglabaglabagla!” (si levantara la cabeza el pobre Al Capp…) y secuelas tan terribles como Orko, la cosa flotante sin patas que salía en He-Man y Snarf, el… aquel… ese… la… eh… la cosa peluda de la serie Thundercats. Al menos los dos últimos tenían un vocabulario más amplio. Como ves, amigo lector, hay docenas de personajes que merecen ser mencionados en una lista de personajes estúpidos de la televisión. No te sulfures, ya les llegará a cada uno la hora de ser diseccionados por este servidor, y ten la seguridad de que disfrutaré de lo lindo cuando lo haga.

Volvamos al objeto de observación de hoy. Scrappy-Doo era realmente molesto. Interrumpía la acción de su tío Scooby, que consistía invariablemente en arrancar del peligro y caer en las trampas urdidas por el equipo de la serie para atrapar a los villanos. Era un bravucón de porquería, un incauto, un temerario: cuando chillaba su “¡TARATARÁ-TARÁAAAA! ¡POOODEEER PEEERRUNO! ¡GUAU!” con esa voz de pito que le pusieron en el doblaje al español, daban ganas de estampar su cuerpo enano y deforme contra una pared, sobre todo cuando los libretistas le dedicaban secuencias interminables (creo que duraban cuatro o cinco segundos) en la que veíamos al perro bobeando y dándoselas de choro. Argh.

Por irónico que parezca, se comenta que Scrappy-Doo salvó al show de ser cancelado a comienzos de los 80, y consiguió que la ABC continuara emitiendo episodios del gran danés patoso por las mañanas hasta que el perro enano y pendenciero desapareció del show en 1985. Pero su historia no termina ahí, ya que algún volado decidió resucitarlo para embutirlo en la segunda de las películas con actores reales (y perro animado por computadora) que se hicieron a comienzos de esta década, ¡aunque como el jefe de los villanos! Y en el clímax final de la película, se convierte en un monstruo terrible y, por supuesto, malo como pocos. ¡Lo sabía, LO SABÍA TODO ESTE TIEMPO!

Ahora, pasados más de 25 años desde que Scrappy chilló su ‘PODER PERRUNO’ en la pantalla por primera vez, hay un consenso casi absoluto entre los fans de Scooby-doo: Scrappy arruinó la serie para siempre. Y yo, como dibujante de animalitos lindos y tiernos que soy, estoy mmmuuuyyy tentado de hacer un pequeño ‘homenaje’ al detestable perrito. O más bien, un homenaje a las ganas tremendas que tenía (y tengo) de arrojarlo contra una pared de una patada. Hmmmmmm. Hmmmmmmmmmmmm.

BONUS: Scrappy-doo ya no le gusta ni siquiera a sus nuevos dueños en Cartoon Network. Creo que eso lo hace el PEOR de todos los personajes secundarios de toda la historia, ¿no les parece?